Como cada día el sol se alza al este poniendo orden a la vida, a las sombras, que mueven el tiempo de izquierda a derecha en el hemisferio norte y al contrario en el sur. Saber dónde uno está es valioso. La casa patio es el tipo ancestral de la cultura mediterránea. La arquitectura nació alrededor de un patio, cielo limitado, declive por el cual se derrama el universo en la casa, que diría Borges. Una casa guarecida en la tierra y sin alzado, solo dos portalones, uno delante, grande a la ciudad, otro atrás, pequeño, al campo. Sobre un rectángulo de 20m de frente y 50 de fondo, abierto al sur oculto y sus medianeras a este y oeste. Dentro el laberinto organizado sobre una axialidad profunda transita a izquierda y derecha, concatenando rituales domésticos. Como las casas pompeyanas, como las mujeres y hombres que las habitan, todas iguales y todas diferentes. Saber de dónde se viene es valioso. La familia es la casa. Arrastra su caparazón cuando al sol, como el caracol, mueve su cuerpo y hace al tiempo visible la arquitectura, que es la vida. Hay luces horizontales abiertas a las tapias y penumbras íntimas ocultas, al fondo un muro recorta las copas de los almendros en flor contra el cielo revelando la primavera. Más tarde las estrellas perfuman la noche, mucho más allá del horizonte. Apuntar alto y saber hacia dónde uno quiere ir es valioso.
